viernes, 24 de noviembre de 2017

SER O NO SER. HE AQUÍ EL PROBLEMA

“Ser o no ser. He allí el problema”. Cuántas veces hemos repetido esta frase en rueda de amigos, de forma anecdótica, para referirnos a algún tema sin trascendencia sin tener en cuenta exacta y ampliamente, que su autor-protagonista el príncipe Hamlet está al borde del suicidio y se debate entre ser (seguir viviendo) o no ser (suicidarse) al conocer que su tío es el asesino de su padre, y que cometió ese asesinato para casarse con su madre.  


Algunas noches atrás escuché por la radio,  gran parte del testimonio de Gaetano Pandolfo sobre su vida de alcohólico y su recuperación. Un testimonio de la vida de un alcohólico o alguien esclavo de cualquier sustancia química psicotrópica, es la descripción descarnada y veraz de una vida que se ha debatido entre el “ser y el no ser” de una existencia que ha estado muerta mientras se creía viva, sin esperanza, horizonte ni posibilidades.  La interpretación y conclusión de esta noticia testimonial es muy simple: el alcohólico sólo se salva físicamente cuando reconoce, espiritualmente, que Dios es el único que puede transformarlo. Para llegar a ese estado de aceptación es necesario, casi indispensable, que la persona llegue a la total incapacidad de hacer algo a su favor para depender en forma absoluta del poder de Dios. 
 Fue en el Hogar Salvando al Alcohólico de Zapote donde Tano (Gaetano) experimentó la gran transformación de su vida. Gaetano dice, en su testimonio, que este Hogar no es un hospital ni nada parecido; simplemente allí el alcohólico es llevado y le asistirán a la espera que la persona logre experimentar su total inutilidad, o lo que le resta. Esa es la señal que indicará que el alcohólico ya está en condición de iniciar su recuperación. Esto es semejante al proceso que Dios utiliza con sus hijos. Luego de ser salvados por Su Gracia, Él empieza un tratamiento con ellos que tiene por finalidad lograr su completa inutilidad en el cuerpo, alma y espíritu.  
Esto puede durar toda la vida del creyente, pero es inevitable, y la mayor parte de las veces, es doloroso por la renuencia consciente o inconsciente a aceptar la voluntad de Dios, pero la recompensa es grande. La recuperación encierra la obtención de todos los beneficios que la Gracia de Dios ha otorgado y que estaban ocultas pero que ahora están al alcance del y son reintegradas, con fuerzas renovadas y una nueva visión de la vida propia y de  la de los demás, que le permite al individuo no ser nunca más parte del problema sino de la solución  

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