Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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domingo, 15 de mayo de 2016

LA SALUD POSITIVA




La salud positiva no es solamente la ausencia de enfermedad; es una cualidad de vida, un completo desarrollo físico, psicológico y espiritual: es una exaltación del dinamismo personal. 
La salud positiva es un estado integral, dinámico y productivo de la persona que le permite desarrollarse plena y mesuradamente en todas sus áreas.  
La buena salud, en términos médicos, alude al estado del organismo que cumple sus funciones con normalidad: nacer, desarrollarse, reproducirse y fallecer. 

Pitágoras, en el siglo VI a.d.C., profesaba que la más noble tarea que un hombre puede proponerse en este mundo, es enseñar a vivir a los hombres. Consideraba a la salud como una armonía entre el hombre y la naturaleza, y a la enfermedad como una ruptura del equilibrio. (Tournier, 1995)
Cuando fragmentamos el orden establecido nos enfermamos porque se rompe el equilibrio en cualquier área de la vida.  El equilibrio está dado en la naturaleza, creación de Dios, y está basado en reglas o principios permanentes destinados a conservar el orden en el cuerpo, en la mente y en el espíritu. 
Enumero algunos principios de vida saludable: no fumar, hacer ejercicio razonable, ingerir comidas apropiadas, reír frecuentemente, orar, descansar, cultivar amistades profundas.
Alguien ha dicho: Dios fija los principios (fundamentos), nosotros fijamos los límites. 
Los límites son bordes o fronteras de la conducta, que debemos fijar sabia y valerosamente, en todas las actividades humanas,  y que los psicólogos conocen muy bien como restricciones o limitaciones, que no siempre resultan negativas (“Hay que ponerle límites a ese niño”) 

Los límites  son necesarios para crecer con salud física, mental y espiritual. El objetivo del límite no es el “protocolo” sino que las personas, niños y adultos,  guarden dentro de sí dos palabras: el sí y el no. Una vez que estas palabras quedan guardadas en el interior, las pueden utilizar para decirle sí a lo bueno y no a lo malo. 

Dentro de los beneficios más notables de sujetarnos a los límites se encuentran: Control del peso, por el gasto energético y porque ayuda a controlar el apetito, manejo de emociones como estrés, ansiedad, tristeza, depresión, enojo, etc., Mejora el estado de ánimo, debido a que se producen internamente endorfinas, que son sustancias que han sido llamadas la hormona de la felicidad porque nos generan una sensación de bienestar y control del dolor. De manera natural, evita que hagamos gastos innecesarios en tratamientos.
¿Cuál es la fuerza determinante que nos puede mover a vivir una vida saludable, de acuerdo a principios y límites? Yo creo que es la fuerza espiritual: es la mayor fuerza del mundo. 
Esta fuerza puede transformar a los pueblos y a los individuos. Es la única que puede asegurar la victoria sobre las fuerzas negativas que destruyen a los pueblos y que socaban la salud del individuo: el egoísmo, odio, miedo, desorden. Es la única que da la alegría, la energía y el ardor necesarios para ese combate diario que es la vida y la defensa de la salud (Tournier, 1995)  
Cuando nos ponemos en orden con los principios y guardamos el equilibrio, respetando los límites, no solo nos ayudamos a nosotros mismos a vivir vidas positivas, sino que estamos en capacidad de ayudar a otras personas a que logren victorias sobre sí mismas, a que dominen sus pasiones, a que templen de nuevo, cada día, sus fuerzas en contacto con Dios. Eso no es disminuir únicamente los peligros de caer enfermos, sino encontrar el manantial de una “salud positiva”. 
La estrategia para desarrollar esta vida saludable se logra, obteniendo el compromiso individual, cada día, echando mano de la fuerza espiritual, la fe en Dios,  como motor generador de todas las capacidades, para asumir la decisión, la responsabilidad, la diligencia y, algo maravilloso e insustituible,  además: la alegría de vivir. Así se satisfacen necesidades fundamentales, se mejora  la calidad de vida y se alcanza  el pleno desarrollo humano en términos de la dignidad de la persona