Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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martes, 30 de junio de 2015

LA ESPERANZA NO ES LO ULTIMO QUE SE PIERDE




Porque la esperanza, la verdadera esperanza, nunca se puede perder.  
Los últimos avances de la neurociencia, han logrado descubrir que el cerebro no es objetivo en todo lo que percibe. El cerebro no registra lo que ve u oye, sino que lo “interpreta” de acuerdo a su propia medida. Lo que revelan las investigaciones es que el cerebro humano no capta pasivamente los estímulos que se le presentan sino que elabora sus propias expectativas ante una determinada percepción o sensación. En síntesis, nuestro imprescindible, enigmático y hasta hoy muy desconocido cerebro, se da el lujo de modificar a su gusto, la realidad de lo que nuestros sentidos le indican. Esto es lo que dice el doctor Luis María Labath, neuro-investigador argentino y miembro de la Asociación Educar, en la revista número 80 de esa organización. 
Así las cosas, si nuestro cerebro ha aprendido a “ver” la copa medio vacía o media llena,  esto es lo que interpretará cuando tenga que procesar alguna realidad presente. Y eso será lo que nos dice en primera instancia, cuando le pongamos a percibir algún problema o conflicto que tengamos.  
El cerebro, dice el doctor Labath, tiene un compartimento en red, llamado corteza  órbito-frontal, situada arriba de los ojos, que hace predicciones sobre el mundo que le rodea y, además, monitoriza cómo y cuánto de acertadas son esas predicciones.  
Por dicha, los neurocientíficos nos dicen que esa fábrica de expectativas negativas que tiene el cerebro humano, puede ser cambiada, porque nuestro amigo inseparable e indispensable, por supuesto, posee dentro de la misma área órbito-frontal, otro mecanismo neuronal que le permite adaptarse a cualquier situación.  
¡Eureka! Hasta aquí todo marcha “miel sobre hojuelas” diría alguien.  
Lo que pasa es que a partir de este estado, surge una función que no aparece codificada hasta ahora, en los descubrimientos científicos, pero que ellos mismos, los científicos, no la ignoran. Y no lo pueden hacer, por la misma razón que yo, que no soy científico, sino un simple terrícola de carne y hueso, la experimento y me ha dado los mejores resultados de  una manera inexplicable: LA ESPERANZA  
La esperanza, cuando está bien edificada, es capaz de superar las expectativas que el cerebro haya construido sobre cualquier situación, tema o persona.  La base de la esperanza es tener fe, es creer. Es la certeza de que lo que aguardamos está garantizado por alguien que asegura haber visto, oído o experimentado eso que ahora nosotros esperamos. Ese alguien tiene que ser digno de completa confianza. La esperanza no es lo último que se pierde porque cuando está fundada sobre hechos ciertos, o personas que acrediten esos hechos, sobrepasa los deseos, las expectativas y los anhelos. 
 De la esperanza que hablo, es la que se fundamenta en alguien superior, confiable, probado y experimentado una y otra vez, y de ser posible, universal: Dios, por ejemplo.