Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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viernes, 24 de noviembre de 2017

CARTA A UN HERMANO




Querido hermano:  
Hace mucho tiempo dejamos de vernos cuando la vida y nuestros destinos, nos apartaron por distintos senderos, muy alejados el no del otro. Tu familia y la mía han vuelto a encontrarse y hemos podido, al menos momentáneamente entrecruzar nuestros caminos.  
Ahora soy un adulto mayor y tu un poco menor que yo. Desde hace algún tiempo, relativamente corto, he empezado a notar que me cuesta mucho hablar bien. No es que no pueda hacerlo, es que no encuentro claridad en las ideas que intento expresar con voz audible. Por tanto, estoy acostumbrándome a escribir todo lo que antes intentaba hacer verbalmente, por eso te escribo pues si te hablo mirándote a los ojos, creo no lograr ni siquiera organizar una modesta idea.  
En la medida que envejezco me impresiona cada día más, la simpleza de la vida evidenciada en la forma sutil, cuidadosa y esplendorosa, de hallar y disfrutar los momentos brillantes que suelen presentarse a medida que se avanza en el viaje y en el cumplimiento de metas y objetivos compartidos con ciertos seres queridos.  
Sí, creo que todos los seres humanos somos viajeros trashumantes por definición. Algunos lo hacen motivados por el efecto generador de la inercia; otros lo harán consumiendo toda su energía en el día a día esperanzados en que vivir por vivir sea la fórmula adecuada para llegar a alguna parte y otros, entre los cuales me cuento, somos los que consideramos que la vida es bella, a pesar de todo, que el estado de felicidad se obtiene en la medida que se experimenta paz consigo, con los que se uno se relaciona íntimamente y paz con Dios, el de la Biblia No es posible ser feliz viajando solo. Creo que una de las peores sanciones humanas es el aislamiento, porque conlleva otras pestes igualmente destructoras como la indiferencia, la soberbia, la autosuficiencia y, en suma, el rencor, el odio, la amargura y por fin la muerte. 
A cambio, el viaje compartido, integrado y solidario produce beneficios tales como enriquecimiento, salud, fuerza para vivir, sentido de propósito, crecimiento, respaldo, corrección, verdadero aprendizaje y, alegría de vivir.  
Una familia es una cadena de gotas perfectas de vida, que se nutren de Dios, de ella misma y que tiene un único e imperioso destino fructificar mientras se viva, siempre en permanente realización.  
Parece que la providencia a cargo de Dios, ha decidido preparar un encuentro familiar en un cruce de sitios, disponiendo del mejor tiempo para todos, al borde de una estación del viaje en marcha, para que juntos, tu familia y la mía, emprendan una maravillosa y sobrenatural experiencia conjunta.  
Amorosamente, tu hermano 
 

SER O NO SER. HE AQUÍ EL PROBLEMA



“Ser o no ser. He allí el problema”. Cuántas veces hemos repetido esta frase en rueda de amigos, de forma anecdótica, para referirnos a algún tema sin trascendencia sin tener en cuenta exacta y ampliamente, que su autor-protagonista el príncipe Hamlet está al borde del suicidio y se debate entre ser (seguir viviendo) o no ser (suicidarse) al conocer que su tío es el asesino de su padre, y que cometió ese asesinato para casarse con su madre.  


Algunas noches atrás escuché por la radio,  gran parte del testimonio de Gaetano Pandolfo sobre su vida de alcohólico y su recuperación. Un testimonio de la vida de un alcohólico o alguien esclavo de cualquier sustancia química psicotrópica, es la descripción descarnada y veraz de una vida que se ha debatido entre el “ser y el no ser” de una existencia que ha estado muerta mientras se creía viva, sin esperanza, horizonte ni posibilidades.  La interpretación y conclusión de esta noticia testimonial es muy simple: el alcohólico sólo se salva físicamente cuando reconoce, espiritualmente, que Dios es el único que puede transformarlo. Para llegar a ese estado de aceptación es necesario, casi indispensable, que la persona llegue a la total incapacidad de hacer algo a su favor para depender en forma absoluta del poder de Dios. 
 Fue en el Hogar Salvando al Alcohólico de Zapote donde Tano (Gaetano) experimentó la gran transformación de su vida. Gaetano dice, en su testimonio, que este Hogar no es un hospital ni nada parecido; simplemente allí el alcohólico es llevado y le asistirán a la espera que la persona logre experimentar su total inutilidad, o lo que le resta. Esa es la señal que indicará que el alcohólico ya está en condición de iniciar su recuperación. Esto es semejante al proceso que Dios utiliza con sus hijos. Luego de ser salvados por Su Gracia, Él empieza un tratamiento con ellos que tiene por finalidad lograr su completa inutilidad en el cuerpo, alma y espíritu.  
Esto puede durar toda la vida del creyente, pero es inevitable, y la mayor parte de las veces, es doloroso por la renuencia consciente o inconsciente a aceptar la voluntad de Dios, pero la recompensa es grande. La recuperación encierra la obtención de todos los beneficios que la Gracia de Dios ha otorgado y que estaban ocultas pero que ahora están al alcance del y son reintegradas, con fuerzas renovadas y una nueva visión de la vida propia y de  la de los demás, que le permite al individuo no ser nunca más parte del problema sino de la solución