Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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martes, 1 de marzo de 2016

ALGUNAS PERSONAS CAEN BIEN A PRIMERA VISTA



La vida parece ser un desafío continuo para llevarse bien con los padres, amigos, jefes, compañeros de trabajo, novias, con el que nos alquila la casa etc. Desde Adán y Eva los miembros de la creación han tenido problemas para relacionarse los unos con los otros. Es cierto. Pero también es cierto que hay personas a las que les resulta muy fácil caer bien, ser admiradas, invitadas de honor a cuanta reunión social se esté planeando.
¿Existe algún secreto, carisma o don especial que unos tienen y otros carecen? Es posible. Pero a quienes nos interesa aprender todo lo que concierne al intrincado y a la vez fascinante mundo de las relaciones entre las personas, nos resulta ineludible  tropezarnos con una lección fundamental pero no simplista:  Caer bien es asunto de actitud, más que de estados de ánimo. Y la actitud, como todo lo que nace en el ser humano, se adquiere, se aprende y se desaprende. Claro, la clave del misterio es saber cómo se hace.
Aprender a relacionarse con los demás no significa caerle bien a todo el mundo, sino aprender a distinguir con quién se puede construir una relación duradera y de quién habrá que apartarse a su debido tiempo. 


 
 Según Norman Wright existen varios niveles diferentes en las relaciones con las personas,
1.    Las relaciones mínimas involucran contactos simples y verbales a nivel superficial. No se da ni se recibe ayuda. No agrada estar con ellas pero hay que soportarlas. La clave para llevarse bien con las relaciones mínimas es determinar con anterioridad  qué tanto se necesita relacionarse con  esa persona y después esforzarse porque ese trato se haga  tan saludable como sea posible.
2.    Las relaciones moderadas son como la anterior pero incluyen un componente nuevo: un lazo emocional. Se escucha al otro y se da apoyo emocional. Idealmente esta relación es una calle de doble circulación pero aunque no lo sea no hay espacio para rechazos ni frustraciones, además que no se espera involucramiento emocional de ninguna de las partes.
3.    Las relaciones fuertes contienen un elemento diferente: hay ayuda. Se realiza una inversión mayor al apoyo emocional que es el involucramiento, la responsabilidad, el compromiso. Cuando el contacto emocional es falso aquí, nos equivocamos en las señales que produjimos, o nos equivocamos al leer las señales que nos dirigieron,  nos lleva a tener impactos que generan relaciones  pobres o caóticas. 

4.    Finalmente, las relaciones de calidad. En ella todos los elementos de los niveles anteriores nos llevan al nivel profundo en el que se incluye un componente determinante: la mutua confianza. No hay secretos ni barreras. Hay seguridad cuando se revelan necesidades internas, pensamientos y sentimientos. Pueden existir entre amigos, esposos, padres, y aún entre compañeros de trabajo.
Referencia:
Norman Wright, Como llevarse bien con casi todo el mundo (Editorial Unilit, adaptado de la pág. 1a la 12)