Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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miércoles, 10 de mayo de 2017

EL LIDERAZGO EFECTIVO




Acabo de leer un reportaje a un futbolista de la Premier League de Inglaterra, que me llamó la atención por su respuesta a una pregunta sobre liderazgo (El País, 4 de mayo 2017) Él dice, en mis palabras, que gestionar las personalidades casi es más importante que la estrategia o la táctica en el fútbol. Nada nuevo, pienso yo, pero que lo diga un futbolista activo, miembro de uno de los mejores clubes de Inglaterra, en el que los resultados cuentan más que la forma en que se consiguen, no deja de ser una noticia a la que hay que prestarle la debida atención. 


En el fútbol, como actividad humana colectiva, las personalidades se “gestionan” en los entrenamientos, en el autobús, en los aviones, en el camerino y en la forma de comunicarse con el mundo exterior (periodistas, público etc.) Como se ve, es lo mismo que ocurre con la vida cotidiana de cualquier mortal, es en el día a día, en la comunicación con los demás, pero sobre todo con lo que me digo, cada vez que tengo que  decidir sobre algo. Es el monólogo interno, lo que somos en privado, en primerísima instancia, con las luchas, las derrotas y las victorias lo que llega a determinar y a direccionar el valor y el sentido que se le otorga a las personalidades, la mía y a la de los demás que se mantienen en una frenética, dinámica, competitiva,  y a veces, muchas veces, cruel relación. Es la Victoria Privada como lo llamaba Steven Covey. Como puede apreciarse, nada nuevo. Entonces ¿qué es lo que cobra inusitada vigencia cada vez que hablamos u oímos hablar de liderazgo? ¿Será acaso la simpleza del tema, lo tanto que creemos saber pero que no aplicamos y la frecuencia o lo frecuente que nos tropezamos con él? 
Me cuesta reconocerlo, pero en esto de tomar decisiones sobre cómo relacionarme con los demás, es donde radica una de mis grandes debilidades.
Para ser efectivos en el liderazgo, es decir, para “caer realmente bien” a los demás o, como dice el doctor Norman Wright, para llevarse bien con casi todas las personas, es necesario tomar decisiones efectivas en la relación consigo y después  con los demás. 
Una decisión efectiva es un proceso que debe gestionarse, de forma permanente,  en tres áreas de competencias que se interrelacionan, y que se deben mantener o tratar de mantener, en equilibrio la mayor cantidad de tiempo posible: la  competencia emocional, la intelectual y la espiritual. En graficas:  

La CAPACIDAD EMOCIONAL la componen la familia de las emociones básicas y sus derivados: Ira, tristeza, temor, placer, amor (erótico, filial y ágape o incondicional), sorpresa, disgusto y vergüenza. Goleman IE, 1995.
La CAPACIDAD INTELECTUAL se forma  por el proceso mental que le permite al ser humano la elaboración de ideas, pensamientos, juicios etc. 
La CAPACIDAD ESPIRITUAL tiene que ver con el trabajo de la conciencia, propia en exclusiva del ser humano y que se alimenta de principios espirituales, valores y principalmente de fe en Dios, con mayúscula, sí el Dios de la Biblia al que me estoy refiriendo, por supuesto. Biblia Versión Reina Valera 1960
El LIDERAZGO EFECTIVO es el resultado del manejo adecuado, permanente, consciente y sabio de esas tres capacidades. 

lunes, 1 de mayo de 2017

EL TREPADOR




La mayoría de la gente trabaja duramente y en forma constante para mejorar sus condiciones y obtener una mejor calidad de vida. Hay otra gente que también lo hace pero valiéndose de procedimientos egoístas, arbitrarios y personalistas.

El trepador es el personaje que al igual que las especies animales, solo piensa en subir, y nada más que subir, por la escalera o el árbol de las oportunidades que encuentra enfrente, sin mediar ningún tipo de consideración aparte de la suya, sobre las condiciones físicas o humanas que le rodean. Solo se sirve de su propio criterio y, en la mayoría de los casos cuando no en todas, infravalorando o dejando de lado, las recomendaciones, consejos o sugerencias que se le hagan.

Hay varias clases de trepadores. El trepador oculto. El trepador disfrazado. El trepador imponente.

El trepador oculto. Este es el tipo de empleado que nunca asume como suya la idea que algún compañero expresa o realiza, pero que se aprovecha de ella para ponerla en su informe de forma subrepticia y escondida, de tal manera que no pueda ser notada y produzca así malestar entre sus compañeros.

El trepador disfrazado. Su actitud salta a la vista, cuando actúa ante terceros, desea lucir la medalla robada, sus frases se llenan del “yo”, “mi”, “me” y “conmigo”. Asimismo, cuando habla de terceras personas muestra la evidencia para contar una idea o un logro que no le pertenece.

Esto también es aplicable a momentos en los que participa de un proyecto de otra persona, y al dar su opinión habla en primera persona del plural.

El trepador imponente. Es el personaje que en corto tiempo, gracias a ciertos méritos en su desempeño, es elegido para una posición de liderazgo, y al ascender por la pirámide del poder convierte sus prerrogativas visibles de autoridad y poder en la principal bandera de su personalidad, aún en detrimento de su familia, sus amigos, su tranquilidad y hasta su propia persona. Suele alinearse de forma irrestricta e irracional, con los estándares de la organización que pretende representar y para hacerlo utiliza métodos dictatoriales, unilaterales y arbitrarios. Será homenajeado por su conducta a favor de la jerarquía de la empresa, pero encontrará mucha oposición de parte de sus colaboradores, ocasionando trastornos graves en la formación de espíritu de equipo.

El trepador es ambicioso, manipulador, narcisista y su conducta que es obsesiva compulsiva ronda los linderos de la adicción, con una clara tendencia a influir en otros en beneficio propio, recurriendo a halagos o engaños si fuera necesario.