Aprendiendo a Vivir

"Nunca Pierda la dulzura de su carácter"

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domingo, 28 de octubre de 2018

LA POST-VERDAD



A muchas personas les resulta más interesante estar informado que buscar y conocer la auténtica verdad de lo que ocurre. Esta es una condición que la sociedad de la tecnología en la que vivimos, nos ofrece, para vivir en ella cómodamente, sin sobresaltos, sin tener que experimentar pérdidas irreparables o grandes desilusiones, en nuestra manera de pensar, valorar y creer. 
La información ha desplazado al conocimiento, desde hace mucho tiempo. Lo ha hecho de forma sutil, periférica, casi anodina, por medio de la sustitución. 
Sustituir es reemplazar el original por una imitación, que por buena que sea nunca será igual al original.
Sustituir es un hábito convertido en un valor social, que goza de aceptación en todas las esferas sociales, y que es el resultado de la búsqueda y hallazgo de verdades rápidas, fáciles, creíbles y, sobre todo, que sean de aplicación práctica e inmediata. 
Estamos viviendo la época de la post- verdad, es decir, la época en la cual la verdad se está sustituyendo por la percepción que se tenga de esa verdad. Lo que cuenta no es conocer la realidad sino la percepción que cada uno tenga de ella. 
Ahora se dice que realidad es percepción, por tanto, lo que importa es cómo el sujeto ve el objeto, no el valor propio, intrínseco del mismo. ¡Cuánto error puede producirse en ese camino amplio y sin filtros, que convierte toda información en verdad! 
En la época aciaga de la Segunda Guerra Mundial, Gobbels, el ministro de Información de Hitler, estableció su estrategia favorita, que llegó a conocerse como: si dices una mentira y la repites siempre, al final terminará convirtiéndose en una verdad. 
Existen las verdades eternas y las que no lo son. La verdad relativa, es decir aquella que necesitamos entender y experimentar sobre las cosas del día a día se puede sustituir porque depende de la percepción que cada uno tenga de ella, hasta que se compruebe, y en caso de que no resulte cierta, la pérdida que nos causa no es grave o irreparable, en la mayoría de los casos.  
Las verdades eternas dan origen a valores eternos. Se pueden sustituir, pero no se pueden invalidar. El amor, la bondad, la misericordia, la benignidad, la humildad, la paciencia, son algunos valores que nacen de verdades eternas y que trascienden el tiempo y el espacio. No se pueden cambiar ni se podrá hacerlo. Se sustituirán por otras, pero aquellas prevalecerán por su condición de eternidad. La verdad absoluta no es un tema de consideración o construcción humana. La verdad eterna es una persona: Jesús. Él dijo: Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.  
La verdad da libertad. Somos libres cuando conocemos la verdad. Aún hoy existen verdades que no han podido ser cambiadas a pesar de todo lo que se ha intentado.  Son verdades eternas. Absolutas. 
La vida más allá de la muerte. Esta es una verdad que tiene que resolverse ahora y no admite ninguna sustitución que la distorsione. Se resuelve cuando el ser humano reconozca su condición limitada de ser pensante y acepte que Alguien debe darle una mano. Ese Alguien es Aquel autor y consumador de verdades eternas, que trascendió a la muerte y vive por la eternidad: Jesucristo.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Y USTED ¿CUÁNTOS AMIGOS TIENE?




“Y usted ¿cuántos amigos verdaderos tiene? Unos cuantos, tan pocos que los puedo contar con los dedos de la mano y me sobran dedos”. Muchas veces he hecho esta pregunta y he obtenido la misma respuesta. Pero ahora, en la edad mayor, la pregunta hay que resolverla sin postergación porque el asunto pasa a ser algo más que un tema coloquial, o filosófico, para convertirse en una necesidad básica e imprescindible. 
El reto más importante de la vida del adulto mayor es aprender a socializar, aprender a relacionarse, aprender a tener amigos, porque a estas edades, la amistad tiende a desaparecer por varias causas: muerte, distanciamiento, cansancio, incomprensión, enemistad, y la peor de todas, a mi juicio: la indiferencia. Dicen los expertos que a partir de los 30, las personas mayores se vuelven más selectivas en cuanto a las amistades. Ellos creen que es debido, principalmente, a que la escala de valores del adulto, tiende a tornarse más sólida, porque se sabe muy bien las cosas que gustan y las que no, y el criterio que se utiliza es, si las otras personas comparten el gusto por las mismas cosas y no el compromiso. Por otro lado, influye de manera determinante, en el proceso selectivo de la amistad entre adultos, la disponibilidad e incondicionalidad de tiempo real. La incondicionalidad implica el reconocimiento implícito de cierta vulnerabilidad que el otro esté allí aun cuando los tiempos y las obligaciones apremien y no se vaya a tener ocasión de actuar en consecuencia. “El que cubre la falta busca amistad. Mas el que la divulga aparta al amigo”. Proverbios 17.9
Parece ser que la clave para hacer amigos es darse a conocer sin reservas, sin ventajas y sin condiciones. La Biblia menciona que el amor filial es la esencia de la amistad, la misma que se tiene entre seres queridos, sean consanguíneos o no. Desde luego, no es fácil darse a conocer a cualquier edad, sobre todo en la edad adulta y es por eso que los mejores amigos se hacen desde la niñez, pero nunca es tarde. “El que quiera hacer amigos debe mostrarse amigo”
Aún hoy me preocupa, en cierta forma, que alguien me pregunte: ¿Cuántos amigos tienes? Al mirar hacia atrás encuentro la respuesta, perdida en medio de la historia: los tuve, los he tenido, pero con el paso del tiempo, los he perdido. Y ahora, necesito trabajar en la búsqueda de amigos entre los adultos, como yo. 
En una rápida búsqueda online sobre la amistad encuentro un artículo titulado Friends of a Certain Age, que Alex Williams ha publicado en el New York Times, y este declara las dificultades para hacer amigos después de cierto número de años. El autor nos pasea por algunas listas de intereses comunes que pueden unir a la gente como por ejemplo el mismo círculo social, que los padres de los amigos de nuestros hijos se vuelven nuestros amigos, que hay grupos de internet que buscan encontrarse para compartir la soledad y crear lazos.
Creo que la amistad profunda se construye sobre la base de la visión conjunta, es decir, que los participantes en el ejercicio, compartan la visión por la que orientan la vida, el trabajo, la familia o el esparcimiento. Sin embargo, la máxima satisfacción se puede lograr, cuando la visión avanza más allá, que la simple autorrealización, que planteaba Abraham Maslow en su teoría de las realizaciones humanas (1943) y que gran parte de los estudiosos en estos temas, acogen como un modelo de análisis sobre el comportamiento y el desarrollo humanos. 
La verdadera amistad es una especie de entrega incondicional al otro, aún a costa de perder lo propio en beneficio del amigo o amiga. El padre y la madre saben muy bien de esta entrega, cuando aprenden la verdadera naturaleza de la paternidad. Lo mismo puede decirse de los esposos, o los hijos, cuando experimentan el verdadero amor por sus padres. La esencia sublime y total que lleva a la divina culminación de la amistad suprema, la brinda Aquel que entregó a Su hijo, Jesucristo, para que todo aquel que Él crea no se pierda, más tenga vida eterna. 

domingo, 11 de febrero de 2018

LA VICTORIA




Steven Covey dice que un hábito se forma por la confluencia equilibrada y repetida de tres actitudes: conocimiento (por qué o para qué hago lo que hago), capacidad (el hacer lo que pretendo hacer) y deseo (querer hacer lo que debo hacer). Cierto amigo me comentó la lucha que ha vivido con varios compañeros de trabajo un poco menores en edad que él. Estos jóvenes se aliaron, según mi amigo, en su contra y, sin mediar ninguna causa justificada o, al menos evidente, aislaron de toda comunicación relacional a mi amigo hasta hacerlo “invisible”, según sus propias palabras.  Mientras nos tomábamos un café, mi amigo y yo recordamos un importante consejo: “El conocimiento del problema entraña la comprensión adecuada del mismo, o por lo menos, de los límites”. El problema es el problema, dice Covey. Cuando no se conoce qué es lo que sucede con el rival, o con la situación que se adversa, difícilmente se logra superarla.  Esto incluye el conocimiento y posterior comprensión de las necesidades y preocupaciones de la otra parte en el conflicto. Aquí radica, dicho en simples términos, el éxito de todo proceso de relaciones interpersonales. Es buscar el foco del problema y no tan solo los síntomas. Es cierto, cuando se conoce el problema y todo lo que lo envuelve se está en el camino de obtener la victoria.  


Conocer y comprender la situación adversa y/o al adversario, provee los elementos para adquirir el poder (capacidad) para iniciar de forma sostenible y productiva, la acción reparadora, o la protección que neutralice los efectos dañinos del estímulo amenazante. Si no podemos hacer algo para cambiar al otro, no permitir que ese otro nos dañe. Es tanto como responder con asertividad. ¿contra qué o quién, realmente, estamos peleando? 

Ha pasado algún tiempo y he vuelto a reunirme con mi amigo, quien me comenta su victoria al poner en práctica los sencillos términos de este importante consejo. Empecé a trabajar en mí, inicialmente, dice, me propuse iniciar un compromiso conmigo a manera de victoria privada como dice Covey de ESTRECHAR LAZOS y, de acuerdo a la Biblia, estar en paz, de ser posible, con todos. No hay mejor motivación (deseo) para hacer algo que tener el conocimiento y la capacidad para hacerlo. El ánimo de continuar trabajando en la misión de ESTRECHAR LAZOS me ha dejado en el comienzo de una nueva etapa de la misión laboral, y es la de marcar las distancias, con rayas amarillas sobre el pavimento y no con bloques de cemento. Estrechar lazos con mi Creador, con mi mismo y con mi prójimo, me hace libre de ataduras y relaciones tóxicas, así como me libera de cargas de personalidad que me impidan desarrollar todo el potencial del que dispongo en todas las áreas de mi vida: físicas, emocionales, intelectuales, sociales y espirituales. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, pero no estoy llamado a realizar lo que no puedo, hasta que ponga en marcha todos mis recursos, y de esta forma obtener la verdadera victoria sobre la única persona con la que estoy obligado a vivir toda la vida: yo. Esta victoria llegará cuando se empiece por interiorizar que la medida máxima de un hombre no radica en la posición que asume en tiempos de comodidad, control o conveniencia, sino en la posición que asume en tiempos de reto y controversia. “Eres de baja calidad si no puedes soportar la presión de la adversidad”. Proverbios 24:10 LBD.  

LA IMPORTANCIA DE LOS SILENCIOS




En la música existen varias clases de silencios dependiendo de la nota musical a que se refieran: silencios para la negra, silencios para la corchea etc. Los silencios musicales permiten el descanso de los músicos y cantantes y la separación de las diferentes frases musicales. Xavier Guit dice que el silencio también es comunicación y, por lo tanto, cuando una persona calla también está comunicando un mensaje. La vida tiene momentos difíciles en los cuales, muchas veces no sabemos qué se debe hacer o dejar de hacer: un corazón roto por una traición, darse cuenta que el empleo soñado no lo es tanto; alguien fue borrado sorpresivamente de la lista de amigos (as); la buena salud se transforma en lo contrario de repente, son algunas de las situaciones que se presentan sin previo aviso y que obligan a toda persona a revisar el curso de acción, de inmediato. Todo el ruido, armónico o estridente que haya sido el ritmo de la vida hasta ese momento, parece caer en un repentino silencio que puede durar un día, un mes y hasta varios meses.  Es como si de pronto todo perdiera sentido y así como en la comunicación interpersonal, la mejor forma de no hacer el ridículo diciendo barbaridades es mantener el silencio, mientras los que saben o dicen saber exponen sus argumentos, así en la vida los momentos difíciles, los sufrimientos, las derrotas o los fracasos, nos dan la oportunidad para guardar silencio, es decir, tomar un respiro, revisar el camino, afirmar o corregir nuestras creencias y, por fin, aprender de nosotros mismos y reiniciar la marcha.  


Cuando cierto hombre cumplió cincuenta años, fue agasajado por sus amigos cercanos y unos cuantos invitados. En medio de la reunión y cuando ésta pasaba por el mejor momento de efervescencia, una amiga se le acercó y le hizo una pregunta sin importancia: ¿Cómo te sientes en este momento? Respondió lo primero que se le vino a la cabeza, pero cuando pudo poner la pregunta en perspectiva, descubrió la realidad de su situación actual: había caminado o corrido los últimos años sin ser consciente de la importancia de ser él quien debía haber sido el primero que debía haber disfrutado lo que hasta ahora le había costado mucho lograr. Los silencios en la vida, al igual que sucede con los silencios en la música o en la comunicación interpersonal son necesarios y hasta indispensables, pues de ellos depende, si se saben utilizar apropiadamente, que el tiempo y los resultados de la vida sean los que hagan de ella un camino feliz y duradero. Existen tres preguntas magistrales que sirven de guía efectiva para aprovechar ese momento de silencio crucial y aprender que, como en la música, la melodía no ha concluido porque la orquesta aún está en acción, la partitura indica que la melodía se ha interrumpido, pero no ha concluido, pues el Compositor, Dios, el Creador de ella sabe lo que sigue y lo que quiere. Es el momento para ver con los ojos de la fe, y preguntarse de manera sincera y profunda: ¿Qué estoy haciendo realmente? ¿De dónde vengo realmente? ¿Hacia dónde me dirijo realmente?