La mayoría de la gente trabaja duramente y en forma constante para mejorar sus condiciones y obtener una mejor calidad de vida. Hay otra gente que también lo hace pero valiéndose de procedimientos egoístas, arbitrarios y personalistas.
El trepador es el personaje que al igual que las especies animales, solo piensa en subir, y nada más que subir, por la escalera o el árbol de las oportunidades que encuentra enfrente, sin mediar ningún tipo de consideración aparte de la suya, sobre las condiciones físicas o humanas que le rodean. Solo se sirve de su propio criterio y, en la mayoría de los casos cuando no en todas, infravalorando o dejando de lado, las recomendaciones, consejos o sugerencias que se le hagan.
Hay varias clases de trepadores. El trepador oculto. El trepador disfrazado. El trepador imponente.
El trepador oculto. Este es el tipo de empleado que nunca asume como suya la idea que algún compañero expresa o realiza, pero que se aprovecha de ella para ponerla en su informe de forma subrepticia y escondida, de tal manera que no pueda ser notada y produzca así malestar entre sus compañeros.
El trepador disfrazado. Su actitud salta a la vista, cuando actúa ante terceros, desea lucir la medalla robada, sus frases se llenan del “yo”, “mi”, “me” y “conmigo”. Asimismo, cuando habla de terceras personas muestra la evidencia para contar una idea o un logro que no le pertenece.
Esto también es aplicable a momentos en los que participa de un proyecto de otra persona, y al dar su opinión habla en primera persona del plural.
El trepador imponente. Es el personaje que en corto tiempo, gracias a ciertos méritos en su desempeño, es elegido para una posición de liderazgo, y al ascender por la pirámide del poder convierte sus prerrogativas visibles de autoridad y poder en la principal bandera de su personalidad, aún en detrimento de su familia, sus amigos, su tranquilidad y hasta su propia persona. Suele alinearse de forma irrestricta e irracional, con los estándares de la organización que pretende representar y para hacerlo utiliza métodos dictatoriales, unilaterales y arbitrarios. Será homenajeado por su conducta a favor de la jerarquía de la empresa, pero encontrará mucha oposición de parte de sus colaboradores, ocasionando trastornos graves en la formación de espíritu de equipo.
El trepador es ambicioso, manipulador, narcisista y su conducta que es obsesiva compulsiva ronda los linderos de la adicción, con una clara tendencia a influir en otros en beneficio propio, recurriendo a halagos o engaños si fuera necesario.
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