jueves, 26 de febrero de 2015

MOTIVACIÓN SÍ, MANIPULACIÓN NO



“No intente convertirse en un hombre triunfador, intente convertirse en un hombre de valor”. Albert Einstein
No hay nada más importante en la vida de  las personas que las personas. Eso significa que todo lo que se pueda añadir a la vida de las personas es algo que vale la pena, verdaderamente. Añadir valor a una persona es ayudarle a llegar más allá de la zona de comodidad pero no más allá de la zona de capacidad.
No podemos lograr que una persona se sienta importante en nuestra presencia si, secretamente, pensamos que él es un don nadie.
La forma que vemos a los demás es la diferencia que existe entre manipularlos y motivarlos. Esta es una pared invisible que franqueamos a menudo, con el desconocimiento de las peligrosas consecuencias que esa conducta conlleva.
 
En los sectores empresariales suele hablarse hoy de “potenciar” a los empleados. Es un término que se ubica entre el límite del aprovechamiento lícito y la manipulación o “explotación “ abusiva  de los atributos y las competencias de una persona.
El ser humano, como creación a imagen y semejanza de Dios, ha sido dotado desde su nacimiento, de todas las facultades básicas, físicas, mentales y espirituales,  que necesita para llevar adelante un proyecto de vida fructífero.
Como todo, ese proyecto debe circunscribirse al cumplimiento de principios rectores que han sido prefijados, no siempre bien entendidos, para llevarlo a un feliz término.
El Dr. Gerald Hutler, neurocientífico alemán plantea que el proceso de aprendizaje del niño se desarrolla desde el principio, con gran entusiasmo, el mismo que es interrumpido posteriormente.
“En vez de hablar de potenciar se debe hablar de “volver a despertar” Las personas no nacen con la necesidad de ser potenciadas. Tanto los niños como los adultos pasaron por una época en que aprendían con gran entusiasmo. En la que aprendían nuevas habilidades, cosas nuevas. Sin embargo, en alguna época de la vida perdieron ese entusiasmo porque pasaron porque pasaron por unas experiencias educativas inadecuadas.”
Esas experiencias, dice el Dr., Gerald Huther, se pueden revertir y cambiar  por otras más favorables. El miedo, el fastidio, las presiones y algunas otras experiencias emocionales que han transtornado el proceso de aprendizaje, son las culpables, en primer orden, de los problemas para desarrollar o potenciar habilidades.
Los padres de los niños  de hoy, y los padres de los padres de éstos, son los llamados a ofrecer las condiciones apropiadas, para el cumplimiento del proyecto de vida de sus hijos. Esto, no asegura que las cosas saldrán como se esperan, pero al igual que el papel que cumplen las instrucciones del artefacto doméstico recién comprado, (casi siempre las dejamos de  lado) los principios de Dios, aplicados adecuada y equilibradamente (cuerpo, mente y espíritu) nos pueden facilitar el recorrido en la aventura de la vida.
Manipulamos a las personas cuando las utilizamos para nuestra ventaja personal. Por otro lado las motivamos cuando buscamos un beneficio mutuo.
Motivar a alguien es ayudarle a abrir su mente, y de esa manera estimular su imaginación y crear una insatisfacción creativa.

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