domingo, 31 de mayo de 2015

LA LIEBRE Y LA TORTUGA AÚN ESTAN COMPITIENDO



El entusiasmo es importante para la vida del hombre. Un hombre puede tener entusiasmo por algo y puede durarle treinta minutos y es bueno. O puede durarle treinta días y también lo es. O puede durarle tres años y también es bueno. Pero cuando el entusiasmo por ese algo o por ese alguien le dura treinta años o más, eso es lo que se llama felicidad.
La fábula de la liebre y la tortuga aún da tema para análisis de muchas conductas de la gente de hoy. Recordemos un poco. La liebre, siempre rápida y veloz, cuenta con una única fortaleza que le permite retar con amplia ventaja, según sus propios e individualizados pronósticos, a una tortuga. Ésta, acepta el desafío inexplicablemente, pues ante la mirada del espectador de mente lógica-racional, la tortuga no tiene la más remota posibilidad de vencer en el “mano a mano”.
Ya conocemos el final de la historia: contra todos los pronósticos la lenta tortuga vence a la veloz liebre. ¿Ganó la tortuga o perdió la liebre? No es esta una  pregunta retórica, por lo contrario, nos lleva a profundizar en dos principios fundamentales: 1) El exceso de confianza convierte una fortaleza en una debilidad. Dicho de otra manera: El talento natural por sí solo no es suficiente para lograr metas. 2) La perseverancia o la paciencia es un combustible poderoso  que nos permite remontar cualquier obstáculo por empinado o inalcanzable que parezca. 
Es muy poco lo que se  puede añadir sobre el impacto, muchas veces inmediato y, casi siempre negativo y profundo,  que el exceso de confianza produce en nuestra personalidad a la hora de hacer valer alguna cualidad, habilidad, talento o competencia que tengamos.
Además es fácil colegir que este impacto está  ligado, desde su origen, a la parte de nuestra personalidad que requiere más cuidado, esfuerzo y trabajo: el carácter.

Allí, en el carácter, construimos día a día, la perseverancia,  que junto a otros valores de igual importancia y complementariedad, nos permitirán salvar obstáculos o enfrentarlos hasta superarlos,  mientras obtenemos, creo yo, el ingrediente de lo que constituye una de las mayores satisfacciones de la especie humana: la búsqueda y hallazgo de la verdadera felicidad.
Es una carrera, que el escritor de la carta a los hebreos, en la Biblia, (Hebreos 12:1-2)  indica que todos tenemos que correrla con paciencia (perseverancia). “Hupomone”  (paciencia) en griego,  significa “permanecer allí”. Es perseverancia, aferrarse, rehusando abandonar sin importar la fatiga y otras presiones para hacerlo. La resistencia junto a su sinónimo “makrothumia” (paciencia / sufrimiento largo), es un tema clave en Hebreos. El autor usa esta palabra cuatro veces en este pasaje (vs.1, 2, 3,7) y dedica dos otros pasajes a este tema (6:9-20; 10:32-39). Estos dos términos se usan más de 70 veces en el NT, porque es una cualidad de carácter muy importante para la vida cristiana.
El ser humano posee dos naturalezas, una humana y otra espiritual. La naturaleza espiritual es la que nos habilita para experimentar por la fe en Dios del poder inagotable que provee de perseverancia nuestro desplazamiento hacia la obtención y disfrute de esa meta, apoyados sobre una plataforma suficientemente sólida y de eterno valor: Dios



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