Según una noticia aparecida en un diario global, los habitantes de los Países Bajos (Nederland) tienen una palabra en su idioma con la que definen el método que creen es posible manejar el estrés, uno de los principales problemas en tiempos de pandemia. Esa palabra es uitwaaien, que al parecer no tiene traducción literal al español, pero su significado es bastante sencillo: tomar una bocanada de aire fresco.
Ellos dicen que ante la preocupación y el estrés lo mejor es salir, caminar, hacer ejercicio y disfrutar del aire fresco. Al expirar malos aires y respirar buenos se limpia la mente, el cuerpo se refresca y la vida se torna más llevadera.
De acuerdo al Servicio Nacional de Salud británico (NHS por sus siglas en inglés) “el exceso de estrés puede afectar nuestro humor, cuerpo y relaciones” sobre todo cuando nos hace sentir que perdemos el control sobre lo que normalmente está bajo nuestro cuidado: las personas, las relaciones, la familia, el trabajo, las decisiones de la rutina diaria. También nos hace sentir ansiosos, irritables, afecta nuestra autoestima e incluso genera agotamiento físico, mental y emocional que puede desembocar en síntomas psicosomáticos.
En tiempos de pandemia se han hecho muy frecuentes las recetas fáciles que prometen resultados inmediatos para resolver problemas complejos. Los diarios digitales, las redes sociales y hasta las conversaciones casuales con los amigos y los familiares, registran estas “soluciones instantáneas” que, hay que reconocerlo, producen cierta alegría y un escondido anhelo esperanzador, que terminará, casi siempre, cuando se somete a prueba la noticia con el fin de descubrir su veracidad.
Los habitantes de los Países Bajos (Nederland: tierras bajas) viven todo el tiempo bajo la amenaza frecuente y real de una catástrofe territorial, debido a que su país está, en gran parte bajo el nivel del mar, de ahí la razón de su nombre.
Un complejo sistema de drenaje de agua ha permitido rescatar del mar e incrementar la superficie del país en un 20%. En 1953 la inundación del mar del Norte abrió una brecha en un dique, causando la muerte de 1853 personas y forzando la evacuación de otras 70.000. Luego de aquel grave accidente los neerlandeses han tomado todas las precauciones para evitar que se vuelva a presentar una catástrofe de tales proporciones.
En una palabra, para los holandeses (neerlandeses) enfrentar el estrés que es producido por una amenaza permanente de desastre, es un asunto de vida o muerte, que se traduce en las decisiones trascendentales que se deben tomar diariamente, para ganarle la batalla al mar ante la posibilidad de una inundación que por pequeña que fuere, arrasaría la vida del país y de sus gentes.
La pandemia, así como el estrés son enemigos reales, gigantescos que hay que enfrentar en todos los terrenos, y para ello hay que conocer la raíz de su naturaleza. De esta forma se evitarán las “fake news” (noticias falsas) de tanta proliferación hoy, que prometen soluciones rápidas y fáciles a problemas grandes, graves y complejos, causando un daño peor que el problema que pretenden resolver, al presentar como verdades lo que en realidad son mentiras con simple apariencia de verdad.
La pandemia está intentando derrumbar los diques de contención físicos, sociales, económicos y morales, que la humanidad ha construido a lo largo de la historia, para obtener los beneficios que ella misma ha perseguido desde tiempos inmemoriales, conocidos como Progreso o Desarrollo o Éxito. El temor a abandonar ese sistema de vida o religión, ante la inminencia de una hecatombe que parece cernirse sobre el mundo, sin distingos de ninguna especie, produce otra amenaza de iguales o peores resultados, que es el estrés.
He aquí la verdadera bomba explosiva: pandemia más estrés. El blanco que ambas atacan fieramente es el hombre, a secas. ¿Qué es el hombre? Es algo más, mucho más que un número en la estadística de víctimas, que leemos todos los días, y a lo que el miedo pandémico, lo está reduciendo en las páginas de los diarios y de las Fake News de cada día. Es algo más que el sujeto solitario, expuesto a frágiles escenarios de vientos de doctrina a cargo de “hombres con apariencia de piedad pero que niegan con sus hechos la realidad de ella” según dice San Pablo, rodeado de amigos virtuales, que empieza el día de la misma forma que lo termina, aguardando esperanzas de cambio que no aparecen por ningún lado.
Es todo eso y más. Pero también es, según La Biblia, un ser creado a la Imagen y semejanza de Su Creador, que ante el ejercicio de su libre albedrío con el que fue dotado, escogió su propio camino y se apartó de la dirección, protección, respaldo y amor incondicional de su Creador. Este hecho convierte al hombre, automáticamente, en un ser apartado de Dios, la Biblia le llama pecador, expuesto a encontrar por sí mismo todas las respuestas que deberían beneficiarlo con el encuentro de la felicidad tan ansiada.
Dios ha provisto un plan de salvación en la persona de Jesucristo, su Hijo. Todo aquel que reconozca su actitud de separación de Dios (pecado) puede recibir el perdón y la paz que Dios concede y que sobrepasa todo entendimiento, cuyos principales beneficios son: paz con Dios, paz consigo mismo, y paz para establecer y desarrollar relaciones adecuadas con el prójimo, dentro de un marco de amor, aceptación, perdón y respeto mutuos.